Piensa en caracoles con mantequilla de miso, soufflé de yuzu, bouillabaisse de coco-laksa y crème brûlée de matcha. La misma delicadeza parisina, nueva alma umami. Reserva la fecha, etiqueta a tu compañero gourmet y deja que tu paladar haga un viaje de primera clase de Montmartre a Kioto, sin levantarte de la mesa.

Una degustación pop-up de un mes que convierte la paleta otoñal de la ciudad (hojas doradas, vendedores de castañas, cosecha de huertos) en una carta de amor comestible con acento francés.

Tagliatelle enrollados a mano que se derriten como el atardecer sobre Emilia-Romaña, burrata de trufa tan fresca que todavía sueña con el suelo de Puglia y un tiramisú que susurra "La dolce vita" con cada cucharada.